La Reforma Energética ha sido uno de los temas de desarrollo más importantes y mediáticos de los últimos años pues, más allá de cualquier contexto político, ha derivado en una oportunidad real para el mercado nacional de crecer y de obtener servicios de calidad a precios competitivos.
El antes…
El reto de la reforma, según Eduardo Sánchez Hernández -Coordinador General de Comunicación Social y vocero de la Secretaría de Energía-, era “ofrecer soluciones energéticas modernas, competitivas y generadoras de empleo y prosperidad que, al mismo tiempo, fueran amigables con el medio ambiente”.
Hasta antes de la implementación de la Reforma Energética, México tenía un modelo que legitimaba el monopolio de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que controlaba la industria en todos sus eslabones: desde la generación de energía eléctrica hasta su entrega a los usuarios finales.
En ese sentido, las empresas privadas podían generar electricidad sólo si:
- Era para consumo privado y para exportaciones o venta directa a la CFE
- El generador tenía un permiso otorgado por la Comisión Reguladora de Energía (CRE)
- Se utilizaba un permiso de producción independiente o pequeña producción de energía, destinada a su venta exclusiva a la CFE
- Se utilizaban permisos de autoabastecimiento de la CFE
- Se utilizaban permisos de importación para el autoconsumo, y permisos de exportación por medio de la producción independiente, cogeneración y pequeña producción de energía
El después:
Hoy, en cambio, el pago por energía funciona como el de cualquier compra de cualquier otro servicio: se elige al proveedor a partir de análisis de cotizaciones y servicios, y se crean acuerdos que se adaptan a las necesidades de cada cliente y a las posibilidades de cada proveedor.
La Reforma Energética aprobada en 2013, junto con las leyes secundarias aprobadas en agosto de 2014, establece una nueva organización industrial que, por una parte, le permite al sector productivo adquirir electricidad a precios competitivos en un Mercado Eléctrico Mayorista (MEM), y contar con un marco legal que posibilite a los reguladores desarrollar dicho mercado de manera eficiente y competitiva.
La nueva organización del sector es similar a los modelos del mercado eléctrico mayorista que se establecieron en otras partes del mundo desde principios de los noventa del siglo pasado.
Lo bueno: más alternativas
Cuando en septiembre el presidente Enrique Peña Nieto presentó su propuesta de reforma, la entrada de particulares en proyectos se contemplaba en los contratos de utilidad compartida, esquema que no despertó el interés necesario en las trasnacionales para asociarse con Pemex. Pero en el dictamen se incluyeron otras modalidades, como los contratos de producción compartida y licencias.
Lo malo: faltan detalles jurídicos
En el proyecto de decreto de reforma se señala que “tratándose del petróleo y de los hidrocarburos sólidos, líquidos o gaseosos, en el subsuelo, la propiedad de la Nación es inalienable e imprescriptible y no se otorgarán concesiones”.
Pero aunque se dejaron fuera las concesiones, se incluyó otro esquema que es muy parecido, según especialistas: las licencias.
“Las licencias, en la práctica internacional, son concesiones. Incluso en la definición que contiene los artículos transitorios de la ley, dice que es la transferencia de la propiedad del crudo a cambio de una regalía e impuesto, y esa es la definición más clásica de una concesión”, dice Miriam Grunstein, investigadora del áreas de Estudios Jurídicos y especialista en temas energéticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Para Miguel Ángel Toro, investigador del Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC) Lo que se hizo fue “prohibir las concesiones en letra explícita en la Constitución, pero abrieron la modalidad de licencias, que a grandes rasgos se van a comportar de manera muy similar a las concesiones”, aunque jurídicamente no son iguales, lo que crea incertidumbre jurídica y tendría que ser definido en las leyes secundarias.
Con la creación del MEM se incentiva la participación de nuevos competidores en el Sistema Eléctrico Nacional y crear un entorno competitivo que les permita involucrarse en condiciones justa.