Un patrón de formas, ciencia y matemáticas se esconden bajo la simpleza y construcción de este arte japonés. En sus comienzos fue una forma de entretención entre la clase alta de Japón.
Entre 1338 y 1573, el papel bajó su costo y pudo ser accesible a toda la población. Pero todavía servía para distinguir los estratos sociales, dónde era considerable la diferencia entre un campesino y un aristócrata. Sólo en 1603 y 1867, en el periodo Tokugawua, es donde ocurre la liberación del arte y se logra documentar la base del pájaro y de la rana en el libro Senbazuru Orikata en 1787.
Hoy se utiliza para entretener y además hacer creaciones artísticas, pero bajo esto el origami tiene muchas reglas matemáticas, cuando un papel es abierto y vemos los pliegues, que deben ir perfectamente alienados entre ellos y tienen su propio sentido, o un doblez hacia adentro o afuera, nos encontramos con un patrón geométrico. Robert Lang, un importante físico, dejó todo para dedicarse por completo a estudiar los modelos de origami. Donde realizó una teoría de cuáles eran las reglas y normas matemáticas que se pueden aplicar a las figuras que se hacen con papel, todo a partir de una pedazo cuadrado y sólo utilizando las manos.
En el lado científico del origami, se pueden mostrar teoremas geométricos utilizando sólo el papel y las hipótesis a punto de ser teoremas, de hecho hay trabajos expuestos sobre la resolución de ecuaciones de 3.er grado con sólo doblar el papel.
El campo de este arte también a sido importante en la enseñanza de matemáticas en los niveles de pre universitarios, al ofrecer un «ingrediente especial» incentiva a los practicantes a crear sus propios pilotos y tipos, fomentando la práctica y la curiosidad.
Hoy en día el arte del origami se ha extendido por todo el mundo y esta palabra se ha introducida en todos los idiomas para referirse a cualquier “escultura” hecha de papel.